El escritor de libros de autoayuda

Daniel Suarez era todo un experto en decirles a los demás lo que tenían que hacer. Tan bien se le daba, que se había convertido en un reputado escritor de libros de autoayuda, un tipo de literatura que ni siquiera le gustaba.
Las ventas acompañaron en proporción inversa a su ánimo y Daniel no tuvo más remedio que continuar la producción de volúmenes como “Del barro al cielo: una historia sobre el éxito” o “Autolimpieza: consejos para gente desordenada sobre cómo organizarse de forma inconsciente”. El verdadero problema, sin embargo, no era que tuviera que escribirlos, sino que no podía dejar de hacerlo: las ideas bullían hasta que las exorcizaba mediante la escritura de un nuevo libro.
Un día, se le ocurrió a Daniel poner en práctica los consejos que brotaban de su imaginación, pues nunca se hacía caso a sí mismo.
De forma implacable siguió los dictados de su voz interior, hasta que ésta se fue diluyendo poco a poco. Con el tiempo dejó de publicar y su nombre se unió a la lista de quienes trataron de ayudar a la gente y fueron olvidados, como Dale Carnegie o Allen Carr.
Tres años más tarde, Daniel se despertó sobresaltado en mitad de la noche, de la misma forma que hacía antes.
– ¿Qué ocurre?
– He tenido una idea.
– ¿Otra vez autoayuda?
– No, no. Es una novela policiaca.
Daniel volvió a dormir, impaciente por descubrir nuevas perspectivas.
Su mujer, en cambio, no pudo pegar ojo.


SinDios
Relatos en menos de 250 palabras para gente con prisas.
© del autor.

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